La madre de todas las oposiciones
Aunque lo parezcan, no son peregrinos musulmanes dando vueltas en torno a la Kaaba de La Meca. Sin embargo, tienen algunas cosas en común con ellos. Una cantidad incalculable de fe, por ejemplo. También la esperanza de que estar en el lugar en el que están puede cambiar sus vidas, puede salvarles. No son creyentes o no lo son exactamente: son opositores. Y persiguen algo que, en nuestra sociedad, vale más que la vida eterna: un puesto de trabajo fijo en la Administración.
El 6 de diciembre de 2006 cuarenta mil personas se reunieron en Barakaldo para tratar de hacerse con un puesto de trabajo en Osakidetza. La oferta laboral era variada: celadores, fisioterapeutas, enfermeras, administrativos, técnicos de laboratorio. Fue una convocatoria masiva, la madre de todas las oposiciones. Se ocuparon 50.000 metros cuadrados del BEC, se instituyeron 110 tribunales, se colocaron 18 kilómetros de mesas, se emplearon cuatro toneladas de papel y 70.000 vatios de megafonía. Aunque era un concurso público, parecía un concierto de los Stones.
La megaoposición de Osakidetza nos retrata como sociedad mucho mejor que los diagnósticos de los políticos y las previsiones de los sociólogos. Si antes los niños querían ser astronautas, hoy aspiran a ser funcionarios. Dicen las encuestas que dos de cada tres menores de treinta años preferirían trabajar en el sector público a tener un sueldo fijo en la empresa privada. Es un signo de los tiempos.
El mercado laboral, con sus simas de temporalidad y esclavismo, ha acuñado un par de generaciones de trabajadores que sueñan con el amparo maternal de la Administración. La multitud de la foto persigue un sueño que es al tiempo complicado y razonable. En Barakaldo se reunieron cuarenta mil personas que buscaban un futuro estable, horarios limitados, sueldos sensatos, vacaciones, excedencias, un poco de seguridad para planificar sus vidas.
El 6 de diciembre de 2006 cuarenta mil personas se reunieron en Barakaldo para tratar de hacerse con un puesto de trabajo en Osakidetza. La oferta laboral era variada: celadores, fisioterapeutas, enfermeras, administrativos, técnicos de laboratorio. Fue una convocatoria masiva, la madre de todas las oposiciones. Se ocuparon 50.000 metros cuadrados del BEC, se instituyeron 110 tribunales, se colocaron 18 kilómetros de mesas, se emplearon cuatro toneladas de papel y 70.000 vatios de megafonía. Aunque era un concurso público, parecía un concierto de los Stones.
La megaoposición de Osakidetza nos retrata como sociedad mucho mejor que los diagnósticos de los políticos y las previsiones de los sociólogos. Si antes los niños querían ser astronautas, hoy aspiran a ser funcionarios. Dicen las encuestas que dos de cada tres menores de treinta años preferirían trabajar en el sector público a tener un sueldo fijo en la empresa privada. Es un signo de los tiempos.
El mercado laboral, con sus simas de temporalidad y esclavismo, ha acuñado un par de generaciones de trabajadores que sueñan con el amparo maternal de la Administración. La multitud de la foto persigue un sueño que es al tiempo complicado y razonable. En Barakaldo se reunieron cuarenta mil personas que buscaban un futuro estable, horarios limitados, sueldos sensatos, vacaciones, excedencias, un poco de seguridad para planificar sus vidas.
Vía: El Correo Vasco
technorati,tag: oposiciones País Vasco
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